sábado, 24 de mayo de 2008

LA TERNURA DE RODRIGO MACHADO


Cuando Javier Heraud cruzó el Rubicón, dispuesto a tomar el cielo por asalto, pasó a llamarse sencillamente Rodrigo Machado. Con este nombre de combate, adoptado en La Habana, en julio de 1962, dio inicio a una nueva etapa de su vida, la de la entrega total al llamado de su pueblo y de su tiempo, ideales limpiamente incubados desde que siendo un adolescente le dijera al mundo que su cuarto era una manzana con sus libros/ con su cáscara/ con su cama/ tierna para/la noche dura/, y donde el poeta, como lo dijera también, podía reir al lado de César Vallejo y mirar la luz eterna de Pablo Neruda.

Para Rodrigo había llegado el momento de dejar el arma de la crítica poética para asumir sin vacilaciones la crítica de las armas. Su amor por la vida y los seres humanos, que cubre cada una de las lineas de su creación lírica, lo llevaba de esta manera al máximo nivel de expresión de su conmovedor humanismo sin par. Atrás quedó el futuro personal tan prometedor, la casa, la familia, los amigos, los premios, los halagos. Ahora había que apostar no solamente por la vida de un hombre, sino por la vida 'de muchos hombres, de un pueblo, de muchos pueblos'.

Esa extrema sensibilidad, aunque ahora a otro nivel, era en esencia la misma que el poeta había cultivado desde su niñez, en el amor filial a sus padres y hermanos, y que mantuvo siendo ya Rodrigo Machado, el guerrillero que marchaba al monte dispuesto a hacer de la poesía, 'redención del hombre'. Porque en el fondo, como él mismo se lo dijera a su madre: 'yo siempre seré el niño a quien tú tuviste en brazos aunque haya crecido por este tiempo que avanza y destroza los años, pero no los recuerdos...'.

Este cariño hacia los suyos se mantendrá inconmovible. Las comunicaciones que el poeta envió a sus padres y familiares cercanos desde que dejó el Perú, dan fe de esa ternura que se acrecentó con el tiempo, la distancia y la nostalgia. En sus Poesías Completas sólo se publican 23 de ellas, 16 cartas y 7 postales, todas desbordando un inconmensurable afecto. De éstas citaremos algunos párrafos, muy ilustrativos:

A su madre, doña Victoria Pérez Tellería:

¿Qué hacen todos? ¿Se sientan a la mesa a la una, almuerzan, comen uvas, cada uno se va a trabajar? ¿Tú tan cariñosa y buena madre como siempre?... Mamá, papá, hermanos, yo los quiero a todos y ojalá ustedes no se olviden de mi.(Camaguey, 12 de abril de 1962).

...hoy es el día de la madre y no sucede como en 19 años anteriores:corriendo a tu cama con algún regalo para darte, o un beso, o un corazón pegado en cartulina.

...Por eso he querido esperar hasta hoy, segundo domingo de mayo, para envolver, para poner en un papel todo mi corazón de hijo agradecido, todo mi corazón anhelante de cariño, y enviártelo en este día que está lleno de recuerdos infantiles y hogareños para mi. (La Habana 13 de mayo de 1962)

Estas Navidades pienso en ti, recordando que es la primera vez que no la pasamos juntos. Pero mi corazón está con Uds. más que nunca. Sepan que junto al árbol de tantos años, junto al hogar mío y nuestro, elevo mi agradecimiento, mi cariño, mi recuerdo. Que esta navidad me recuerden todos como a ausente momentáneo de la cena pascual. (La Habana, 25 de diciembre de 1962).

A su padre, don Jorge Heraud Cricet:

...Yo sé bien que tú no me formaste para que yo fuera rico...sino para que fuera honrado y consciente, y yo creo ser ahora honrado y consciente conmigo mismo, y eso es lo importante

En fin, papá, escríbeme pronto y a menudo, cuéntame de ti, de tu salud...nosotros constituimos la familia más hermosa de la tierra y creo sinceramente no hay una como la nuestra, ¿no te parece? Y que aunque yo esté lejos estoy dentro de Uds. y con Uds., en el almuerzo, y en todos los actos de la vida. (La Habana, 16 de mayo de 1962).

No faltando en las misivas las referencias a su abuela o a sus hermanos, en particular a Gustavo, el menor, al que dejó seguramente con pantalones cortos:

Todo el día pienso en Uds. en tí, en mi papá, en mis hermanos y en especial en el Gustavito. ¿Cómo le va en el Colegio? Me imagino que estudiará mucho, ya está en 2º de primaria. ¿Sigue creciendo? Cuéntame de él mamá, con detalles y dile que me escriba. (La Habana, 16 de junio de 1962).

Los restos de Rodrigo Machado, lo dijimos en una envío anterior, descansan hoy en el cementerio Jardines de la Paz, en La Molina, tras 45 años de haber permanecido en Puerto Maldonado. A su madre, de 96 años, le corresponde la perseverancia y el tesón por ver de regreso a su retoño, a sus hermanos, el calor filial con que lo recibieron y lo volvieron a sepultar, ahora en cenizas, mientras con la emoción en la piel leían los párrafos de aquellos poemas que por primera vez escucharon en la voz del hermano ausente...

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